
01 Abr Una educación
Si tuviera que resumir esta reseña en una frase sería: ¡Tenéis que leer este libro! Así, tal cual, entre exclamaciones y sin titubeos. Pero como esto solo da para un tweet y a mí me gusta escribir más, voy a tratar de explicaros porque “Una educación” debe formar parte de vuestras próximas lecturas. Y voy a redactar esta reseña entorno al número dos: las dos circunstancias vitales que me han acompañado durante la lectura, las dos vidas de Tara Westover, la autora del libro, y las dos cosas que más destaco de la obra. Todo para llegar a la conclusión de antes: ¡Tenéis que leer este libro!
Para empezar debo decir que hace tiempo que iba leyendo elogio tras elogio dedicados a este libro. Así que le eché un ojo, me quedé con su nombre, pero acabé olvidándolo en mi lista de pendientes. Sin embargo, y ahí va la primera circunstancia o casualidad, y es que cuando ya lo tenía medio olvidado justo aparece en mi biblioteca. Les acaba de llegar, lo estaban catalogando y yo estaba en ese preciso instante allí. Pedí que me lo reservaran –gracias Candi- y tres días después ya estaba en mis manos. Inicié la lectura con tremenda curiosidad y, en seguida, me percaté que en mis manos no tenía solo un libro, sino algo más valioso, la vida de su autora. Porque “Una educación” no es una novela de ficción, es la autobiografía de una mujer que de apenas 32 años.
Podría parecer poca vida para escribir una autobiografía, ¡pero qué existencia! No os adelanto nada –se explica en la contraportada- que Tara vivió una infancia reprimida por una familia mormona, donde el padre, un paranoico-conspirador, le hizo vivir dentro de una pesadilla, donde no tenía cabida ni ir a la escuela ni visitar al médico. En plena adolescencia, Tara quiso empezar a estudiar y haciendo frente a toda su familia, a sí misma y a todas las creencias que le habían inculcado, empezó su propia educación. Una educación que la llevó de descubrir con diecisiete años que era el holocausto a graduarse en Cambridge diez años después. Una historia de resiliencia y superación constante.
Me han gustado muchísimas cosas de la obra de Tara, pero hay dos que me han impactado: la curiosidad innata como motor vital y educacional y la reflexión entorno a la necesidad de renunciar a una parte de uno mismo y de la familia para volar alto.
En estos días –y aquí va la segunda coincidencia o casualidad que ha rodeado mi lectura además de encontrar el ejemplar en la biblioteca-, he empezado a buscar escuela para Nadia y me he preguntado mil veces en el periplo de jornadas de puertas abiertas de los colegios, cual es la educación “perfecta”. Tara con su libro me ha dado la respuesta: aquella que incentive la curiosidad por aprender, por crecer, por superarse, por pensar en libertad. Porque precisamente eso fue lo que hizo Tara, escuchar esa curiosidad innata que sentía y dejarla brotar. Solo con esas ganas de aprender, uno es capaz de superar lo que la protagonista vivió en su propia familia con la violencia, el miedo, el desconocimiento, la paranoia, la falta de libertad y el dolor físico y moral.
Y aquí entra el segundo punto que me ha gustado especialmente, la reflexión que se traspua de cómo, a veces, para crecer necesitamos abandonar lo que fuimos, abandonar a nuestra familia por mucho que duela –a Tara esto le dolía a veces tanto o más que las palizas a las que le sometía su hermano, las palabras castrantes de su padre o la ausencia de la protección materna. Porque, en definitiva, para metamorfosearnos y ser lo que deseamos ser, muchas veces, necesitamos romper con los condicionantes impuestos, con el pasado, con lo que nos lastra.
Toda esta infancia y lucha por una educación es explicada por Tara con un tono sereno, como si hubiera sido capaz de tomar distancia de su propia vida, pero al mismo tiempo, ahondando en sus pensamientos y alma de una manera descarnada. Tara hace un ejercicio de memoria equilibrado entre hechos y sentimientos que nos regala entereza y fuerza a nosotros como lectores.
Leed a Tara, leed “Una educación”, porque de alguna manera, vosotros también viviréis una pequeña transformación tras hacerlo. Parafraseándola: «Podéis llamarlo transformación. Metamorfosis. Falsedad. Traición. Yo lo llamo una educación.»
Os dejo con una entrevista que tuvo lugar en la gira de presentación del libro, por si os ha picado la curiosidad saber más de la historia de Tara.
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