
05 Feb Tu segunda vuelta al sol
Otra vez aquí estoy con mis palabras para cumplir la promesa de escribirte una carta en cada uno de tus cumpleaños. Empezó como una bienvenida y hoy ya celebramos tu segunda vuelta al sol. ¡Menudo y trepidante año, ¿verdad, pequeña mía?!
Ha sido el año de las primeras veces: de aprender a andar y echar a correr –y si te he visto no me acuerdo-; de tus primeras palabras –aun algo escasas, pero ya te lanzarás de pleno-; de tu primera “escoleta” con sus pros y sus contras –y mis debates internos-; de explotar con el juego simbólico y disfrutar con los cuentos; de convertirte en recolectora y admirar cada flor, cada piedra, cada fruto a tu paso.
Ha sido el año de no dormir ni una noche seguida –y no veas lo que agota-; de seguir con la lactancia materna; de descubrir la arena, el mar y correr tras las olas; de volar en avión y viajar a los mares del Norte; de probar experiencias nuevas y establecer rutinas.
Ha sido el año en el que el destino nos trajo una mala noticia. Lo que siempre decimos, tú propones , pero la vida dispone. Y durante el tiempo de la incertidumbre, del miedo, de las sesiones de quimio, tú has sido la mejor medicina para él, para todos. Tú has sido luz y faro en los días oscuros, tú has sido aliento para dejar pasar el tiempo y que la vida fuera eso, precisamente, vida.
Ha sido el año donde has dejado de ser definitivamente una bebé para erigirte en cuerpecillo de niña a medio hacer; de crecerte los rizos y la risa contagiosa; de practicar juegos de miradas; de ir poniendo nombre al mundo aunque sea a base de onomatopeyas.
Y yo te he ido acompañando en toda esta evolución de tus uno a tus dos, a días mejor, a días peor –sobre todo, a noches peor-. No he sido perfecta, eso lo sabemos las dos. He intentado ser la mejor versión de mi misma para mí, para ti. Pero aún me queda recorrido. Al final, simplemente, he estado lo mejor que he sabido, que no es poco ni es mucho. Es lo que sé y lo que intento aprender por el camino -voluntad no me falta-. Y, entre días largos y años cortos, los dos ya están aquí, así que tenemos otra nueva oportunidad de ser y estar de forma más plena, consciente y paciente… No para ser perfecta, sino para ser lo que tú necesitas. Porque esto es un intercambio mutuo, más o menos justo.
Tú me quitas horas de sueño, pero me regalas ganas de vida.
Tú me has dibujado ojeras, pero me has borrado penas.
Tú me has restado tiempo personal, pero me has sumado momentos únicos en familia.
Es la contradicción de siempre. Mis contradicciones, porque, recuérdalo, son mías, no tuyas. Tú eres aún sin condicionantes, ni peros. Tú eres esencia pura. Esa esencia que se intuye tras tus ojos vivos, tu sonrisa socarrona y tu actitud pícara. Conserva siempre esa luz que irradias, valquiria. No la pierdas en la medida de lo posible ni ahora en tus dos, ni nunca. Recuérdalo, eres luz, eres faro. Sigue siéndolo para ti y para los que te rodean en tu segunda vuelta al sol y siempre. Olvídate de los demás, de la sociedad y de lo que te quieran imponer –con más o menos buena voluntad-. Esa luz tuya es más fuerte, consérvala, mantén tu esencia contigo y ve a tus bosques reales e imaginados a seguir descubriendo(me) maravillas en cada piedra, en cada flor, en cada sol y, de paso, a iluminar el mundo. Será un placer acompañarte.
Narayani
Publicado a las 21:21h, 06 febrero¡Qué bonito todo lo que le escribes, Silvia! Seguro que en el futuro le encantará leerte.
Besos! Y felicidades a la peque (y a la mamá)
Bárbara
Publicado a las 11:30h, 15 febreroPrecioso