Reseña: Felicity

Siempre digo que yo de poesía no entiendo mucho. A mí no me hables de métrica, ni de rimas, ni mucho menos me digas que te haga unos versos. Pero aún sin tener ni idea, me gusta leerla. Porque creo que la poesía tiene algo que conecta con una parte muy íntima de nosotros mismos y en esa poesía es donde yo me encuentro y me reconozco. Algo así me ha pasado con este recopilatorio de poemas de Mary Oliver.

Felicity me ha aportado esos momentos de regocijo y de vida tan necesarios siempre, tal vez, más hoy en día. Como no sé de métrica ni de rimas, yo os voy a hablar de las emociones que ha despertado en mí este poemario. Evidentemente, siempre hay algunos poemas que gustan más que otros, pero me ha maravillado ver el mundo y la naturaleza salvaje a través de los ojos de Oliver. Me ha emocionado sentir el amor, la vitalidad y el entusiasmo de sus palabras. Y me ha encantado encontrar ecos de Whitman en su escritura -y esto no es que lo diga yo, ella misma reconoció en múltiples ocasiones que el tío Walt la salvó de su adolescencia y la trasladó a un mundo de infinitas posibilidades cuando la vida no venía de frente.

Me he negado a vivir

encerrada en la casa ordenada de

las razones y evidencias.

El mundo en el que vivo y en el que creo

es más amplio que eso. Y, de todos modos,

¿qué tiene de malo el quizás?

No creerías lo que he visto

una o dos veces. Voy a

decirte algo:

solo si hay ángeles en tu cabeza podrás

algún día, posiblemente, ver alguno.

Mary Oliver divide este poemario en tres partes: El viaje, Amor y Felicidad y cada una se introduce con unos versos del poeta persa Rumi. Tal como se explica en el prólogo, Oliver escribió este poemario después de pasar una profunda depresión. Y es precioso ver cómo fue capaz de salir de ese momento para acabar reconociendo la belleza, la alegría y la vida en toda su profundidad, ya sea en el bosque, en el cuerpo de la amante o en la propia poesía. 


Hay momento que exigen ser cumplidos.

Como decirle a alguien que le amas.

O regalar tu dinero, todo.

Tu corazón palpita, ¿verdad?

No estás encadenado, ¿verdad?

No hay nada más patético que la prudencia

cuando lanzarse podría salvar una vida,

incluso, posiblemente, la tuya.

Con ecos de Thoreau, de Emmerson y del ya mencionado Whitman, solo puedo decir que descubrir a Mary Oliver este 2021 ha sido un momento de felicidad para mí. Y a la que pienso volver cuando el alma me lo pida. Y, por favor, si os da “miedo” leer poesía, no lo tengáis. Da igual no tener ni idea de métrica o rimas, lo importante es la emoción compartida entre el/la poeta y tú a través de esos versos. ¡Eso, eso sí es magia!

Me despido con los versos de Rumi con los que ella abre el poemario:.

Rompiste la jaula y volaste.

Así, pues, rompamos la jaula y volemos. La poesía nos ayuda a ello.

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