
30 May Reseña: El retrato de casada
¿Qué puedes esperar de un libro en qué ya sabes cuál va ser el final de su protagonista? ¿Qué puedes esperar de un libro cuando lo escribe tu autora preferida y ha ido encadenando historias interesantes novela tras novela? ¿Qué puedes esperar de una novela que está en boca de todos y corre el riesgo de convertirse -ella y la autora- en un moda? La respuesta ideal a todas estas preguntas sería que mejor no esperar nada. Pero lo cierto es que el ser humano es experto en crearse expectativas que luego se desinflan. Y es que no hacerse expectativas con mi Maggie -me perdonarás que ya te tutee- es como un mar sin peces, un día sin una sonrisa, un domingo sin siesta: es imposible. Lo bueno de todo ello es que Maggie no defrauda, al menos, no con este libro.
Después de Hamnet que gustó mucho a casi todo el mundo -a mí también aunque no me pareció tan redondo como otras obras suyas-, vuelve con El retrato de casada, una historia ficcionada sobre un personaje lúgubre y poco conocido de la historia: Lucrecia de Medici., que murió a los 16 años, supuestamente a manos de su marido (respirad, tranquilos, no hago ningún spoiler, porque esto se sabe desde la contraportada y toda la campaña de marketing). Así que aún sabiendo lo que le va a ocurrir a la protagonista, ¿cómo es posible que una novela pueda suscitar interés en su lectura? La respuesta es sencilla y es que Maggie escribe como pocos autores lo hacen hoy en día. Desde las primeras palabras te toma de la mano y tú, como lector, te dejas mecer por sus descripciones, por sus personajes de hondo calado, por su manera de hilvanar los acontecimientos. Cierto es, os lo debo confesar, que al principio no tenía grandes esperanzas en el libro, empecé a leerlo y aún siendo de Maggie, pensé que no me iba a llenar. ¡Ay, que equivocada estaba! ¡Y cómo adoro a Maggie por ello! Por sorprenderme con sus ficciones de manera única.
Por todo ello, la autora consigue que empatices con Lucrecia, a pesar de la distancia histórica, y empiezas a sufrir con y por esa niña, que lo único que desear es ser libre en una sociedad que nunca se lo permitirá. Su búsqueda de libertad no es igual a la nuestra en pleno siglo XXI, pero comparte esa necesidad de ser uno mismo en un mundo que oprime ya sea porque están destinada a casarte o tener hijos o porque estás destinada a trabajar y trabajar para poder subsistir. Sí, Lucrecia es una Medici del siglo XVI y nosotros humanos de otro siglo, pero la libertad sigue siendo una de las grandes conquistas que anhelamos los humanos.
Así que Maggie hace magia con su prosa, con su manera de construir las historias, pero debo confesaros que, realmente, lo que ha hecho que me haya gustado tanto esta historia es el final. ¿Y cómo si de antemano ya sabes o intuyes lo que va a ocurrir? Pues no puedo escribirlo sin caer en spoilers, por ello, solo diré que me pareció sublime e “inesperado”, si es que eso es posible (si ya lo has leído y quieres comentarlo, por favor, escríbeme, necesito hablar de él).
Gracias Maggie, porque nunca defraudas.
Gracias querida Nayra por regalarme esta historia cuando más lo necesitaba.
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