La niña de las máscaras

 

Siempre había sido una muchacha solitaria, que al crecer y hacerse adulta, se dedicó a mendigar cariño, seguramente el que le había faltado siendo niña. Ante los demás, se dibujaba la mejor de sus sonrisas con la que intentaba encandilar a quien la rodeaba. Extendía en su entorno cercano una cálida telaraña de atenciones y aprecios con los que atrapar a sus presas-amigos y así, en esa telaraña, sentirse acompañada.

Pero la mayoría de las veces aquella telaraña era débil y se acababa rompiendo de tanto estirarla en falsa amistad y emoción inventada.

¡Pobre niña solitaria exiliada de sí misma!

Entonces aquella muchacha buscó y rebuscó hasta dar con la forma de recuperar aquel cariño que tanto anhelaba. Por ello, abandonó los finos hilos con los que enredaba a los demás y empezó a crearse con arcilla y pintura varias mascaras para ponérselas en cada situación y contentar a los demás. De esta manera, recreó una máscara, la más dulce que pudiera imaginarse y se la colocaba, aunque por dentro la amargura la comiera a pedazos. Más tarde modeló una máscara de comprensión, para entender y apoyar a los demás lo que no era capaz de hacer consigo misma. Tampoco olvidó inventar la máscara de niña obediente, que al ponérsela la convertía en la más complaciente. Y así decenas y decenas de caretas creadas al gusto de lo demás.

Cada día la pobre niña se iba intercambiando esas máscaras para conseguir su fin: que la quisieran y sentirse amada, de manera, que con el tiempo, esas máscaras pasaron a formar parte de su rutina cotidiana. Así en su engaño de no ser ella misma, sino lo que los demás esperaban de ella, fue feliz a su manera.

Sin embargo, como suele ocurrir con las cosas impostadas, una de aquellas mascaras empezó a resquebrajarse. Fue una pequeña fisura, a la que la pobre niña hizo caso omiso. Pero una noche mientras celebraba aquella falsa vida, la máscara se partió en dos. Sin que nadie la viera, huyó a la soledad de su hogar y se miró en el espejo. La mitad de su rostro lo ocupaba la máscara de la dulce sonrisa, la otra parte, desnuda de mentiras, mostraba una parte de sí misma que hacía mucho tiempo que no veía. Y entonces ocurrió lo más terrible: se quitó el resto de la máscara, miró su rostro completo y despojado y no se reconoció. No sabía quién la miraba desde el espejo, no recordaba ya que había sido una niña solitaria, ni una adulta exiliada de sí misma.  Ya no quedaba nada que le recordara quien era en realidad, anulada por propia voluntad con tal de que la amaran como ella deseaba.

¡Pobre niña solitaria exiliada de sí misma que de tanto buscar que la quisieran se había perdido en vida!

Lo que no sabía aquella pobre niña solitaria es que aún no estaba todo perdido. Aún estaba a tiempo de destruir el resto de máscaras. Aún estaba a tiempo de descubrirse ante la vida y ante los demás tal como era, sin complacencias, ni risas forzas, ni abrazos inventados. Aún estaba a tiempo de que la quisieran por lo que ella era en realidad, no por lo que aparentaba. Pero solo lo conseguiría si antes era capaz de quererse suficientemente a sí misma.

¡Pobre niña solitaria exiliada de ti misma, despierta, no está todo perdido, aún tienes todo por ganar si te atreves a ser, simple y grandemente, tú!

Foto @Afraa_mf

9 Comments
  • Anabel Cerecedo
    Publicado a las 07:28h, 09 junio Responder

    Maravilloso relato, cuanto me he ha hecho pensar, cuanto debemos aprender….de nosotros mismos, que fácil y obvio parece pero que difícil nos lo han puesto.
    Todo esta dentro de nosotros, solo debemos pararnos a meditar para encontrarlo, reconocerlo, aceptarlo, identificarlo y amarlo.
    Gracias Silvia.

    • SilviaGGuirado
      Publicado a las 14:45h, 10 junio Responder

      ¡Ay, muchas gracias por tus palabras, Anabel! Comparto tu pensamiento y añadiría, que difícil a veces nos lo han puesto y nos lo ponemos a nosotros mismos. Besos

  • Dolors
    Publicado a las 09:18h, 09 junio Responder

    Preciosa entrada me ha encantado leerlo y un bonito relato te llega tan adentro que decirte que es precioso gracias por compartir mi niña . besitos

    • SilviaGGuirado
      Publicado a las 14:45h, 10 junio Responder

      Muchas gracias, Dolors, por leerme y comentarme siempre. Besitos

  • Ana
    Publicado a las 10:31h, 09 junio Responder

    Impresionante. Todos tus relatos calan muy adentro pero este especialmente va directo al corazón. Gracias por compartir tanto talento.

    • SilviaGGuirado
      Publicado a las 14:47h, 10 junio Responder

      Mil gracias a ti, Ana. Siempre pienso que si de alguna manera puedo llegar al corazón de alguien, tocarle ni que sea un poquito por dentro, hacerle sentir, pensar o reflexionar, entonces es que voy por buen camino.

  • Narayani
    Publicado a las 16:28h, 09 junio Responder

    Qué bonito, Silvia. Me gusta que todas tus historias tengan moraleja y soluciones posibles.

    Besos!

    • SilviaGGuirado
      Publicado a las 14:48h, 10 junio Responder

      Me gusta pensar que todo -o al menos, casi todo- tiene solución. Quedarse solo en la descripción de algo y no tratar de solucionarlo es como quedarse en la superficie y tú ya sabes que a mi me gusta navegar alma adentro. Gracias por leerme, Fani. Muchos besos

  • cinderellatmidnight
    Publicado a las 06:52h, 18 junio Responder

    Me ha encantado el relato! Cuántas máscaras tendremos cada una de nosotras tras las que nos escondemos día tras día… Brillante, como siempre Silvi colorinosa. Brillante.

Deja un comentario

Si continúas usando este sitio, aceptas el uso de cookies. Más información

Los ajustes de cookies en esta web están configurados para «permitir las cookies» y ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues usando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en «Aceptar», estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar